El gobierno danés ha comenzado a trabajar con los supermercados del país para que los alimentos lleven una etiqueta que marque su respectiva huella de carbono.
Según el ministro de Medio Ambiente danés, Lars Christian Lilleholt, el etiquetado conlleva una larga lista de desafíos. Las etiquetas pueden considerar el uso del agua y la tierra, las emisiones de gases de efecto invernadero y la huella de carbono del transporte.
El desarrollo de un sistema de etiquetado integral que abarque todos los productos alimenticios en los supermercados de Dinamarca puede llevar tiempo y aún no se ha establecido una fecha de lanzamiento formal.
Si tiene éxito, el etiquetado climático podría arrojar luz sobre qué prácticas producen alimentos saludables de forma más sostenible e incluso pueden inspirar innovación competitiva de los productores.
En el caso de la producción de Almería, hay bastante recorrido ya hecho respecto a la huella de carbono. Los estudios encargados por Hortiespaña con rigurosos datos científicos destacan cómo los invernaderos solares del sudeste español consumen la mitad de agua que la media del resto de la agricultura española, con una huella hídrica hasta 20 veces menor.
Además, investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han comprobado la capacidad de absorción de CO2 de diferentes cultivos, con resultados sorprendentes: Cada hectárea de invernadero es capaz de fijar entre 8 y 10 toneladas anuales de CO2, o lo que sería lo mismo, cada hectárea de inverandero absorbe la emisión diaria de ocho coches.