La rentabilidad del agricultor es la asignatura pendiente para la nueva campaña 2016-2017

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En las últimas campañas, las cifras de la agricultura de Almería muestran situaciones muy distintas. Por un lado, la superficie dedicada al cultivo no para de crecer desde el año 2009. La escasa rentabilidad de otros sectores, unido a la existencia de resultados aceptables en algunos productos han hecho que hoy en día la superficie invernada supere las 30.000 hectáreas. Sin embargo, la otra cara, muestra una pérdida de rentabilidad del agricultor medio. A pesar de la existencia de campañas más o menos buenas, el análisis a largo plazo es preocupante. Algunos indicadores ya están avisando. Basta analizar las tres variables que determinan el beneficio de una finca: precios, productividad y costes totales.

Precios con tendencia negativa

Los precios pagados de media al agricultor muestran una tendencia negativa: han caído cerca de un 10% en 14 años (ver gráfico). Las causas son múltiples, pero destacan el aumento de la competencia (interna y externa) y la presión de los clientes para mantener sus márgenes a salvo y de paso ofrecer al consumidor un producto “bonito y barato”.

Ante la pérdida de cotizaciones, el agricultor ha ido aumentado los kilos por m2. En los últimos 14 años la productividad ha crecido un 11%. A esto ha contribuido la mejora de las explotaciones, el cambio varietal, e incluso el alargamiento de los periodos de recogida. Las dos últimas causas han incidido en la calidad percibida por el consumidor (pérdida de sabor, frescura,…) provocando que éste no esté dispuesto a pagar más, obligando al agricultor a entrar en un círculo vicioso de aumento de productividad para compensar la caída de precios.

La última variable en cuestión, son los costes totales de una finca media. Si analizamos los últimos 14 años veremos que han crecido un 7%. El aumento de la productividad ha hecho que éstos se pudieran repartir entre más kilos, danto como resultado una variación nula de los costes por kilo. En otras palabras, en los últimos 14 años, el aumento de la productividad ha servido para compensar el crecimiento de los costes totales.

El beneficio del agricultor en caída libre

En resumen, mezclando todas las variables, llegamos a la conclusión de que el beneficio (en €/kg) que recibe un agricultor medio en Almería ha caído más del 50% en este periodo.

La respuesta que el campo almeriense está dando a esta situación es muy variada. En general se ha tendido al crecimiento de la superficie de media y a la mejora de las infraestructuras para aumentar kilos y optimizar costes.

Sin embargo, no todos han podido optar por este camino. El resultado es una creciente polarización del campo. Las fincas familiares tradicionales se mezclan ya con otras de tipo industrial donde la propiedad está más difuminada. En estas últimas predomina una venta directa a un cliente más específico buscando el hueco de mercado. Por otro lado, como alternativa al cultivo tradicional, y como forma de aumentar los precios debido a la existencia de una fuerte demanda, la producción ecológica sigue ganando terreno (hoy en día, casi 1.000 hectáreas).

Soluciones

En definitiva, se aprecia que las soluciones a la crisis de rentabilidad, desde un punto de vista productivo, pasan por cultivar lo que el cliente quiera, no lo que el agricultor crea que necesita. Las empresas de comercialización deben actuar como gestoras de este cambio. A pesar de lo comentado, existe un núcleo fuerte de agricultores que se han preparado para competir aumentado su superficie media y mejorando sus estructuras. Esto les facilita mucho la gestión y el mantenimiento de los costes, incluso su descenso. Por el lado comercial, tiene claros sus canales de venta y los precios que necesitan conseguir. Estos agricultores siguen hoy en día obteniendo márgenes importantes.

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