El profesor la UAL ha analizado la evolución del campo en función de variables como precio, coste total y productividad. Las conclusiones a las que ha llegado este experto apuntan a que poco a poco la rentabilidad del agricultor almeriense se ha ido reduciendo a pesar de que campaña tras campaña va mejorando la productividad en las explotaciones.
1) Creo que ha desarrollado un trabajo sobre evolución de los costes de producción del sector en los últimos años, ¿crece o disminuye la rentabilidad del agricultor?
En realidad más que un estudio de costes, lo que hice ya algunos años atrás fue construir un Indicador de cómo evolucionaba el campo de Almería en función de las variables más importantes: precio, coste total (incluyendo todo los costes para un hectárea tipo, es decir, mano de obra familiar-asalariada, amortizaciones,…) y productividad. Todas estas variables no las construí yo sino que vienen de distintas fuentes. Lo que sí hice fue unirlas ponderando según la importancia de los productos.
Lo que se ve es que: a) el precio ponderado desciende, si bien es cierto que en los últimos años existe cierta estabilidad; b) las productividades crecen algo pero no lo suficiente para compensar las bajadas de precios; c) los coste unitarios se han podido mantener estables, gracias a ese pequeño aumento de los kilos por hectárea. Todo esto hace que la rentabilidad del agricultor se reduzca poco a poco. Aquí me gustaría puntualizar que no es conveniente analizar el indicador en términos absolutos. Lo importante es la evolución de las variables no el dato de rentabilidad absoluto.
2) ¿Cuáles son los datos o cifras que llaman más la atención en cuanto a los costes de producción?
El agricultor ha realizado en los últimos años un esfuerzo para la contención del uso de los recursos que emplea en su finca. Esto unido a la estabilidad de los precios en ciertos insumos ha provocado que los costes puedan «apuntalarse». Sin embargo, de nada sirve esto si las liquidaciones que recibe el agricultor bajan y las productividades no terminan de despuntar. Los dos últimos aspectos son complejos de explicar. En cuanto a las productividades estas se han visto influidas, sobre todo en las últimas campañas, por la aparición de nuevas plagas y la consiguiente utilización de variedades resistentes pero menos rentables. Si a esto sumamos una cierta polarización en las estructuras productivas, estaremos que acuerdo en que los más afectados habrán sido las fincas menos modernas.
3) Esta situación ¿está provocando un cambio en el modelo productivo almeriense?
Creo que sí. Los primeros agricultores en sentir la crisis han sido aquellos con una producción comercial más deficiente. Es decir, los que poseen fincas más tradicionales. Sin embargo, podrán mantener su actividad siempre que tengan costes de oportunidad altos (mano de obra familiar) y una situación financiera saneada. Las fincas más industriales, en la medida que los precios de venta sigan a la baja, también se verán afectados tarde o temprano, aún consiguiendo elevadas productividades, que por lo general requieren inversiones más altas. Ganar dinero, antes y ahora, es difícil y exige un trabajo muy duro en todos los aspectos. A pesar de lo comentado, seguro que hay, y seguirá habiendo, agricultores que consiguen altas rentabilidades mediante el uso racional de la innovación, lo que les ha hecho aumentar su productividad y calidad-precio.
4) Además de esta evolución negativa en la rentabilidad, también hay que sumarle el crecimiento de los competidores como Turquía, Holanda y Marruecos, ¿Cómo cree que el sector debe evolucionar para seguir siendo competitivo?
La fuerte competencia, sobre todo en tomate, explica en parte por qué los precios tienen tendencia negativa. Una mayor oferta siempre es una mala noticia en el sector agrario. Más aún cuando la demanda está concentrada en unos pocos clientes (la distribución moderna) cuya misión principal es la optimización de sus cuentas de resultado. Estos no tendrán ningún reparo en «apretar las tuercas» a sus proveedores a la vez que «exprimen al cliente» aumentando o bajando los precios finales de venta sin considerar, en muchos casos, la situación del mercado en origen. En este complejo contexto, la única estrategia competitiva pasa por aumentar el servicio al cliente, anticipando incluso sus necesidades. En la medida de lo posible debemos hacerle vez que la colaboración conjunta entre socios fiables será beneficiosa para ambos. No cabe duda que para mejorar el servicio la dimensión empresarial juega un papel destacado.
5) ¿Tiene datos sobre el comportamiento de los costes de producción en estos países competidores?
Por supuesto es importante la comparación de costes. Sin embargo podemos estar seguros que siempre habrá una zona en el mundo que pueda vender más barato (ya sea Marruecos, Turquía, Senegal, Kenia,…). Me preocupa más la capacidad que tengamos para responder a los restos y demandas futuras. Esoy convencido que Almería ocupa en este punto un lugar privilegiado con relación a la competencia.