Cooperar es obrar conjuntamente con otros para alcanzar un mismo fin. La cooperación implica combinar las fuerzas potenciales para incrementar éstas frente a los adversarios, o bien disuadir a los potenciales contrarios a comprometerse en un futuro conflicto.
Las explicaciones teóricas de la cooperación son, de forma básica, sólo dos: mejorar la posición de poder, y buscar sinergias o complementariedades. En ambos casos el resultado es el crecimiento o, cómo mínimo, la supervivencia en el mercado.
Desde el punto de vista empresarial la cooperación es una respuesta a los cambios que se están produciendo, tanto en el entorno (mayor competencia, homogeneización de los consumidores, impacto de la tecnología, madurez de los mercados…), como en la propia organización (tecnificación, innovación de productos, expansión hacia nuevos mercados…).
A día de hoy, las empresas no compiten de forma individual lo hacen cadenas de suministro contra otras cadenas de suministro, en otras palabras, redes de empresas contra otras redes de empresas. En ellas la cooperación, más o menos estable, se establece como un estándar mínimo que hay que saber gestionar. En el sector agro este marco no es nuevo y lo podemos encontrar en ejemplos con un mayor o menor grado de desarrollo, y más o menos verticalidad: Grupo AGF (sandía Fashion), Verdita (tomate Adora), tomate Kumato, pimiento Palermo; o en cítricos, Nadorcott y Tango.
En el caso concreto del tomate, un producto sensible en este momento, la aplicación de este esquema de trabajo es casi obligatoria: crea marca, sirve para escapar del producto estándar; establece barreras de entrada a la competencia; potencia la calidad y la diferencia; permite al cliente minorista, llegado el caso y dependiendo del grado de exclusividad, vender un producto único. Sin hablar de la defensa del origen, y la garantía del sistema de producción, que pueden ofrecer empresas colaboradoras de reconocido prestigio.
En resumen, iniciativas de este tipo urgen: el año pasado, 2021, España exportó 662.000 toneladas, un 9% menos que un año antes.
Almería ha caído casi un 10%: en 2021 se exportaron 385.000 toneladas frente a las 426.000 de un año antes. Marruecos envío a la UE y Reino Unido, en este periodo, 568.000 toneladas, casi un 8% más que en 2020.
En fin, los datos muestran que hay que buscar estrategias de diferenciación que nos haga competitivos más allá del precio. La colaboración en cadena, extendida con campañas de marketing que difundan las bondades de un tomate exclusivo, con origen Europa, puede ayudarnos.