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Villafranca: “El objetivo de la cooperativa es valorizar las producciones de sus socios en los mercados”

Ángel Villafranca

Ángel Villafranca es agricultor, con una explotación familiar en su pueblo natal, La Puebla de Almoradiel (Toledo). Actualmente, de los cargos que ocupa, tanto a nivel profesional como de representación sectorial, podemos destacar los siguientes:

Presidente de Cooperativas Agro-alimentarias de España desde 2014, Organización que representa y defiende los intereses económicos y sociales del movimiento cooperativo agrario español, con 3.669 cooperativas y más de un millón de familias socias, integradas en Federaciones y Uniones de todas las Comunidades Autónomas, que alcanzaron una facturación total anual de 34.186 millones de euros en 2020. Las cooperativas generan más de 119.700 empleos directos.

La celebración del Día Internacional del Cooperativismo lleva ya 19 ediciones y se ha convertido en un día grande para las cooperativas, desde su punto de vista ¿Cuáles han sido los avances más significativos que han protagonizado las cooperativas en los últimos 20 años?

La transformación de las cooperativas ha ido paralela a la transformación del sector, y en los últimos años ha sido enorme en todos los aspectos. Las cooperativas se han profesionalizado y ello ha permitido que las explotaciones de nuestros socios y socias mejoren y sean más eficientes, pero además hemos mejorado la calidad de nuestros productos y hemos avanzado enormemente en la comercialización de los mismos. Los productos de nuestras cooperativas llegan a todas las partes del mundo, y somos un referente en sectores tan importantes como las frutas y hortalizas, el aceite de oliva, o el ovino, entre otros.  Seguro que somos uno de los sectores que más ha avanzado en innovación y adopción de tecnología en todos los procesos.

¿Cómo contribuyen las cooperativas agrarias en el desarrollo del territorio donde se implantan?

La labor de una cooperativa no se limita a la mera comercialización de los productos de sus socios y socias, sino que va mucho más allá. El objetivo de la cooperativa es valorizar las producciones de sus socios en los mercados  (concentrando, transformando y comercializando sus productos en el mercado), pero también promover la mejora de la eficiencia en las explotaciones y su orientación al mercado, facilitando a los socios el acceso a suministros agrarios a precios más competitivos y una serie de servicios que, en definitiva, facilitan la calidad de vida del productor. A todo ello hay que añadir que en su gran mayoría desarrollan un papel extra social como promotoras o patrocinadoras de multitud de iniciativas sociales y culturales en sus municipios. Por eso creo que las cooperativas tienen una posición privilegiada para actuar como instrumentos facilitadores para la retención de población en el medio rural, especialmente los jóvenes.

Actualmente, ¿cómo está la salud del cooperativismo español?

El cooperativismo agroalimentario en nuestro país agrupa a 1.175.000 socias y socios en 3.669 empresas, que facturaron 34.186 millones de euros en 2020. Las cooperativas continúan fijando y aumentando el empleo en las zonas rurales, un +7,3% en 2020, hasta alcanzar un total de 120.000 personas trabajando en nuestras empresas. Si ponemos el foco un poco más lejos y analizamos la tendencia de las cooperativas desde 2006, el empleo directo ha subido un +26%, lo que refleja el papel esencial de las cooperativas como motores económicos y generadores de empleo en los entornos rurales donde se asientan. Es importante recordar que cada euro que recibe una cooperativa se multiplica por muchos en el territorio.

El sector hortofrutícola ha convertido a Almería, en 60 años, en el principal motor de la economía provincial y andaluza ¿Cuánto tiene que ver las cooperativas con este crecimiento y cuál ha sido la clave del desarrollo en una zona tan deprimida?

Solo hace falta acercarse a Almería y comprobar in situ el desarrollo de esta zona y lo que ha supuesto el sector hortofrutícola, y concretamente sus cooperativas, en su crecimiento económico. Las cooperativas han apostado por la innovación en todos los procesos, han realizado grandes esfuerzos en la mejora de la comercialización, son muy competitivas, pero están sometidas a unas presiones y competencia creciente del exterior en productos que entran en la UE bajo condiciones productivas no permitidas aquí. El sector debe seguir estructurándose en España, porque su nivel de cooperativismo y la dimensión de nuestras empresas sigue siendo bajo, a pesar de ser uno de los más dinámicos económicamente. Por ello, el sistema de OPFH, aunque mejorable, debe seguir siendo la piedra angular del sistema, las OPFH, especialmente las cooperativas siguen creciendo en cuota de mercado. 

Cuáles son, desde su punto de vista, los principales retos de futuro del cooperativismo español? ¿Cómo ve las cooperativas en el horizonte 2030?

Existen muchos retos, pero creo que el más importante, será el debate en torno al cambio de modelo productivo de acuerdo con lo marcado por las estrategias de sostenibilidad del Pacto Verde de la UE, las estrategias de la Granja a la Mesa y para la Biodiversidad 2030, hay unas expectativas medioambientales muy altas puestas en el sector y, por lo que vemos, en vez de contar con él parece que se le achacan todos los problemas. No partimos de una buena posición en cuanto a la imagen que algunas instituciones públicas están dando del sector a la sociedad.

Las nuevas políticas que marca Bruselas suponen un impacto sobre el actual modelo productivo europeo y español, de momento impredecible. Muchas de estas políticas se han comenzado a desarrollar antes de la pandemia y antes de la guerra de Ucrania, y nadie sabe si esos cambios van a poder producirse y, sobre todo, a qué ritmo y coste, que ya sabemos que recae de manera muy directa en la producción, puesto que se pide reducir productividad o eliminar herramientas sin alternativas y sin que cambien las condiciones de cómo funciona el mercado y la transmisión del valor a lo largo de la cadena.  

Desde Cooperativas Agro-alimentarias de España creemos que nuestra agricultura o ganadería está preparada para el cambio, pero en un tiempo razonable, con inversión pública y con el diseño de políticas coherentes con la dimensión del reto que se plantea, es decir, que estas políticas de sostenibilidad ambiental no resten competitividad ni eficiencia económica cuando compitamos con importaciones de fuera de la UE. Hay que recordar continuamente que la solución de la gestión medioambiental de las zonas rurales está en la agricultura y en la ganadería, no en el abandono, y también que no habrá agricultura ni ganadería verde con números rojos. Nos preocupa especialmente cómo invertir en mayores obligaciones medioambientales, siendo eficientes desde el punto de vista económico y en un entorno comercial abierto y competitivo. A ello se añade la mala situación del relevo generacional en el sector, es muy grave, especialmente si estamos hablando de un cambio de modelo productivo que se dará cómo mínimo en 10 años, es decir, que una gran parte de los productores actuales ya no estarán. Por tanto, el relevo debe ser un reto que se trabaje intensamente todos los años y que el cooperativismo haga cantera, si queremos que el campo siga produciendo y contando con agricultores y ganaderos y agricultoras y ganaderas.   

El cooperativismo agroalimentario en nuestro país agrupa a 1.175.000 socias y socios en 3.669 empresas, que facturaron 34.186 millones de euros en 2020. Las cooperativas continúan fijando y aumentando el empleo en las zonas rurales, un +7,3% en 2020, hasta alcanzar un total de 120.000 personas trabajando en nuestras empresas

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