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Suelos cansados reviven con materia orgánica

Texto y fotos: Jan van der Blom, responsable del Departamento de Técncias de Producción de Coexphal
Texto y fotos: Jan van der Blom, responsable del Departamento de Técncias de Producción de Coexphal

La ‘fatiga del suelo’ es demasiado bien conocida en campo. Se manifiesta donde siempre se repite el mismo cultivo, resultando en un pobre crecimiento y bajas cosechas. En la Universidad de Almería, José Ignacio Marín Guirao ha desarrollado su tesis doctoral sobre técnicas de ‘bio-desinfección’ de suelos agrícolas. En este momento, enfoca su trabajo en el efecto de la materia orgánica y la presencia de microorganismos.

Tres causas

La ‘fatiga del suelo’ puede suceder por tres tipos de problemas: físicos, químicos y biológicos. Complicaciones físicas hay cuando el suelo está muy compactado y el oxígeno no llega a las raíces. Alteraciones químicas consisten en carencias o excesos de nutrientes, excesos de sales etc. También hay plantas que secretan sustancias químicas al suelo que, a la larga, perjudican a su propio crecimiento. Finalmente, los problemas biológicos pueden ser causados por enfermedades, es decir microorganismos patógenos, o por la falta de microorganismos beneficiosos.

Tesis doctoral

Bajo la dirección del catedrático Julio César Tello Marquina, José Ignacio estudia la ‘flora microbiana’ en suelos de invernaderos. Es decir, los hongos y las bacterias que habitan en ellos. Desde estos suelos, ha ‘sembrado’ soluciones en placas-petri en el laboratorio, para cuantificar la presencia de microorganismos. En el caso de los hongos, fueron detectadas muchas especies. Posteriormente, ha sembrado semillas en macetas en una cámara de cultivo, para poder relacionar las características del suelo con el crecimiento de las plantas. José Ignacio Marín: “Hay una diferencia enorme en función de la presencia de materia orgánica. En general: cuanto más materia orgánica, más diversidad de microorganismos encontramos y más vigor tiene el cultivo.” 

Microorganismos beneficiosos

La diferencia entre suelos pobres y ricos, se manifiesta en la cantidad y diversidad de microorganismos. Marín: “La gran mayoría tiene un efecto beneficioso para las plantas. Facilitan que la planta absorba nutrientes que, sin presencia de ellos, no serían tan fácilmente asimilables. Además, una variada composición de microorganismos garantiza que hay competencia entre ellos. Por ello, los patógenos de las plantas proliferan mucho menos en suelos ricos, porque están controlados antes de que causen daño. También tienen sus enemigos naturales”.

Fusarium

Un ejemplo de la variedad es la cantidad de especies de Fusarium. “Todos conocen el Fusarium como enfermedad. Pero, el temido Fusarium oxysporum está en todos los suelos y no necesariamente se presenta como patógeno. En algunas muestras ricas en materia orgánica, hemos encontrado 5 diferentes especies de Fusarium, de las cuales ninguna perjudicaba al cultivo. En cambio, en otros suelos pobres encontramos solamente formas especializadas de F. oxysporum, que pueden causar enfermedades graves. Un suelo estéril es vulnerable a patógenos, porque allí no tienen competencia y se extienden sin control”.

Incorporar restos vegetales

La forma más sencilla de aportar materia orgánica es mezclar los restos vegetales triturados con el suelo al final de cada campaña. Estos restos se van humificando poco a poco, por lo cual los nutrientes se liberan lentamente. También se pueden sembrar plantas, como mostaza o rábano, en el periodo entre los cultivos, e introducirlas en el suelo como ‘abonado verde’. Ensayos en campo demuestran que con estas prácticas se consiguen cultivos muy vigorosos, donde antes habían estado muy pobres. Además, se ahorra enormemente en las aportaciones de fertilizantes, por lo cual sale altamente rentable. Profesor Tello matiza: “Solo hay que vigilar que el cultivo triturado no tenga virus de los más persistentes, especialmente los Tobamovirus. Cuando el cultivo solo está picado, estos virus pueden pasar al cultivo nuevo, cuando las raíces tocan trozos de plantas infectadas”. Por ello, es recomendable cambiar de cultivo después de sufrir daños por Tobamovirus.

No solo en agricultura ecológica

El trabajo de José Ignacio demuestra que, para mucha gente, el concepto del suelo tiene que cambiar. No se trata de un simple soporte para las raíces con una cierta cantidad de nutrientes. Marín: “Hay que considerarlo como sistema vivo, porque la flora microbiana tiene un papel importantísimo. Para la sostenibilidad del sistema hortícola, para ahorrar fertilizantes y evitar enfermedades, es fundamental que aprovechemos la materia orgánica disponible al máximo. Paralelamente, hay que optimizar el riego, para evitar la lixiviación, y realizar frecuentes análisis de suelo. No solo en agricultura ecológica, pero igualmente en convencional…”

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